Chocolate artesanal desde el corazón de Bernal
La elaboración artesanal del este producto esta hecha completamente desde cero
En el corazón de Bernal, Pueblo Mágico, existe un taller que parece salido de un cuento: ahí, el cacao se transforma en chocolate de forma artesanal, como se hacía antes, con paciencia y alma.
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Todo inicia con el tostado del grano, que suelta su aroma profundo como promesa de algo bueno.
Luego viene la molienda, ese momento donde el cacao se vuelve pasta y revive en sabores. El resultado: una tableta que guarda historias y saberes.
Yoheme Pomares, Fuerza Informativa Azteca
“Este es el proceso artesanal de la molienda del cacao de miles de años, realizado por los olmecas y que le da un sabor especial a lo que posteriormente será un delicioso chocolate. Pero vamos a realizar este proceso”.
Ingredientes de la región son una mezcla perfecta
Pero este chocolate no es cualquier chocolate. Aquí, se mezcla con frutos del semidesierto como el guamichi y el garambullo, intensos y dulces como la tierra que los cría. El orégano de Peñamiller, aromático y sorpresivo, se suma a la fiesta de sabores.
Hay quienes prefieren el chocolate blanco con café tostado en leña de Neblinas de Landa de Matamoros, o el amargo, robusto como las montañas de la Sierra Gorda. Todo, hecho con cacao del país, 100% mexicano.
Carlos Montes Feregrino, elabora chocolate
“También se hacen las catas de chocolate, que son experiencias donde hay maridajes de chocolates con algunas otras bebidas, donde las personas aprendemos a deleitarnos con los sabores del chocolate desde lo que es la semilla hasta los diferentes chocolates que están aderezados con algunos de los frutos de aquí del semidesierto”.
Experiencia inolvidable, sabores que son exquisitos
En este lugar cada paso es una experiencia. Hay catas y maridajes donde el vino artesanal de Villa Progreso se sirve en vasitos hechos de chocolate. Cada sorbo, cada mordida, despierta memorias del pasado.
Elizabeth Cadena Ruiz, realiza chocolates
“Vienen de aquí mismo de Bernal, de Querétaro, de Guadalajara, casi del país. También extranjeros nos han llegado de España e incluso de Rusia”.
Tradiciones que se celebran, realizado como nuestros ancestros
Este espacio no es solo una fábrica: es un santuario del sabor. El chocolate aquí no se come, se celebra, se siente y se vive. El chocolate cuenta secretos y el tiempo sabe a dulce.
Rocío Estrada, visitante CDMX
“Está muy bonito, en cuanto uno entra huele muy bonito, llega el aroma a chocolate. La verdad es que las señoras nos han explicado muy bien del proceso y todo, y nos dieron a probar”.
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Yazmín Coronado, visitante de la CDMX
“Es muy bonito saber todo lo relacionado con nuestra historia y saber cómo se hace y se elabora el chocolate”.
Yoheme Pomares, Fuerza Informativa Azteca.
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