En el corazón de Villa Progreso, municipio de Ezequiel Montes, se erige majestuoso el Templo de San Miguel Arcángel, un monumento que encapsula el mestizaje de creencias y el choque de ideologías que marcó la historia de la región. Ofelia Uribe Castillo, una fiel católica, destaca su importancia al mencionar:
Aquí se festeja a San Miguel Arcángel, los 29 de septiembre, se hacen muchas cosas aquí de la iglesia.
El templo, construido a mediados del siglo XVII y concluido en el XVIII, se erige como un referente en la zona. Sus muros no solo encierran los rezos de los fieles, sino que también albergan vestigios otomíes, marcando el inicio de la intervención religiosa española en la región. Las paredes de este monumento histórico de más de 300 años de antigüedad son testigos mudos de una fusión de ideologías.
Entre sus piedras, se encuentran restos de adoratorios ñhoñhos y arcos con espirales que simbolizan los ciclos de la vida. Un retablo de madera bañado en oro, con cerca de 250 años de antigüedad, completa la rica herencia histórica del templo. El padre utilizaba un púlpito en la explanada para impartir misas a los indígenas de la región que, en ese tiempo, no se sentían cómodos ingresando al recinto. Este sitio emblemático ha dejado huella en la población, como destaca Rosalina Bárcenas González, oriunda del lugar:
Por ejemplo, a mí personalmente, cuando hice la primera comunión, 15 años, fiestas de la familia, como bodas. Como pueden ver, es una gran construcción.
El Templo de San Miguel Arcángel se erige como un símbolo de arraigo cultural y espiritual, conectando el pasado con el presente y sirviendo como escenario para las celebraciones religiosas que han marcado la vida de generaciones enteras en Villa Progreso.
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