Al caer la noche, en cualquier punto del extenso territorio de México, ahí se encuentra Francisco Vega, un comerciante que desde hace más de 25 años se ha dedicado a la elaboración de pan junto con sus conocidos y familiares. Originarios del Estado de México, decidieron salir en busca de oportunidades y encontraron su vocación en las ferias patronales, donde han mantenido viva esta tradición.

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Un oficio con raíces familiares

Francisco Vega comparte que su pasión por el pan artesanal viene de generación en generación:

“Este negocio viene a raíz de familia, más de 15 años de experiencia nos respaldan. Aproximadamente ocho personas atienden el estante, cada una con su función para que todo salga bien: uno cobra y los demás producen el pan.”

Sacrificios y retos de una vida en movimiento

El oficio los ha llevado de ciudad en ciudad y de pueblo en pueblo. En Querétaro han encontrado una nueva oportunidad para ofrecer su pan de feria, pero también han tenido que enfrentar grandes desafíos.

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“Sí se batalla porque hay que salirnos de nuestras casas, abandonar a la familia para poder venir hasta acá. Tarda uno en ir a verlos, pero es cosa del trabajo y alguien lo tiene que hacer.”

Pasión y orgullo en cada pieza de pan

Francisco y su equipo saben que la dedicación y la constancia son clave para ofrecer sabor y calidad en cada pieza de pan. Para ellos, este producto representa más que un simple alimento: es una parte del folklore mexicano que une a las familias.

“Es un pan que pueden llevar recién hecho del horno a la mesa y disfrutarlo entre familia. Es algo muy bonito, que se lo lleven de aquí y lo compartan.”

Así, con esfuerzo y pasión, Francisco Vega y su equipo continúan recorriendo el país, llevando el sabor del pan de feria a cada rincón de México.

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